10.8.15

viajando

Sorprendente es, cómo a veces la vida nos sorprende.

Hace una escasa semana he podido disfrutar de un maravilloso viaje a Bélgica que mis maravillosos amigos han decidido regalarme por mi cumpleaños.
De todo este viaje voy a detenerme en Brujas (en mi opinión una mala traducción de Brugges. No entiendo muy bien el afán por cambiarle en nombre a las cosas). Me he enamorado profundamente de ese lugar y de todas las personas que lo habitan.

Piensa en una ciudad medieval y así es Brujas: Precioso.
Los edificios y las calles te hacen entrar en un mundo que te llena de fascinación.
A eso, súmale que todo está limpio, que prácticamente no hay tráfico, que todo el mundo va en bici, que la gente es súper respetuosa y amable, que está todo lleno de gente pero no hay ruido...


He tenido la oportunidad de conocer allí a algunas personas, de pasar tiempo junto a ellas y salir. Me ha impresionado lo sumamente respetuosos que son, lo agradables y amables. La concepción que tienen sobre la vida donde prima el trabajo y el esfuerzo. En Brujas concretamente, es muy habitual ser el propietario de una tienda. Los jóvenes estudian y trabajan al mismo tiempo, y salen, y se divierten, y viajan, y hacen un millón de cosas.


Las personas allí, también debido a ser un lugar tan turístico, hablan como mínimo tres idiomas que incluyen el propio, inglés y francés. Conocimos a un chico que, además, también hablaba Ruso, Alemán y conocía algunas palabras en Japonés, Español e Italiano. Esto ha hecho que se aviven en mí las llamas y el gusto por los idiomas... Poder comunicarte es maravilloso (aún cuando eres un patoso como yo).

(en el interior de una torre, esto)

La vida allí es más cara, los precios son más altos y se cobra más. También tienen algunas peculiaridades como tener que pagar por ir al baño. Me llamó la atención que en algunos establecimientos frente a los baños había una persona en una mesa encargada de cobrar la entrada a los servicios.
Hablando con un chico nos decía que los Españoles somos horribles para esas cosas: que nos sorprende pagar para entrar en los servicios y nos negamos a ello, que entramos a las tiendas, lo tocamos todo, y nos vamos sin comprar nada, que para comer dos, tres o cinco compramos cantidad sólo para uno, que nos cuesta muchísimo decidirnos a la hora de pedir algo...
No todo el mundo es así, por supuesto, pero nosotras sí hacíamos eso y me hizo bastante gracia.

(el anochecer)

Es un sitio que recomiendo encarecidamente. Me ha encantado.
No solo el día, sino también la noche: los pubs, la cerveza (buenísima, por cierto), el ambiente... La gente en general no sale mucho por la noche y se ven muchos más hombres que mujeres. Al parecer es bastante llamativo que las chicas beban una cerveza que no sea la "cherry" (con sabor a cereza).
En muchos locales ponían canciones en castellano bastante desfasadas y que todo el mundo se sabía.
Las personas allí se emborrachan a base de cerveza o, al menos yo, no vi a nadie con un cóctel o un cubata en la mano o, que se yo, tomándose un chupito.

(un día nos llevaron a la playa)

Quiero volver.