Ir tras la esencia de las cosas como único objetivo que alcanzar. Ver lo bueno, lo bonito y lo malo.
Ir tras esencias perdidas que se quedaron muy atrás en el camino y que, en su busca inalcanzable, dan lugar a nuevas aventuras que se abren frente a ti en una caída vertiginosa que acaba en las aguas cristalinas de la cascada de algún exótico lugar.
Ir tras la esencia de las cosas para buscar tu propia esencia, aquella que se ve reflejada en todo lo que pisas, tocas y moldeas y vuelve a ti como pequeños destellos de luz que atraen lo que se te parece y alejan lo incompatible.
Ir tras la esencia de las cosas porque sí, porque no, porque simplemente es un símbolo sin símbolo y porque, al final, lo que cuenta es el camino recorrido lleno de posibilidades y bifurcaciones que se bifurcan y se enlazan y se retuercen pero siempre hacia delante porque siempre hay un lugar nuevo al que llegar.
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